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¿Qué crítica de los medios ?

Encontraréis más abajo la traducción en español (otras versiones seguirán en breve) de un artículo publicado en 2010 en nuestro sitio, quien presente en unas líneas los esperados, la naturaleza y los objetivos de la crítica del funcionamiento y de los disfunción mediáticos, de las condiciones de producción de la información y de sus defectos, que Acrimed se esfuerza de conducir. [1]

Todas las formas de crítica de los medios no son idénticas, ni semejantes. He aquí, en términos generales, la que intentamos establecer.

Desde 1996, fecha de la constitución de nuestra asociación, la crítica de los medios, no ha dejado de derramarse entre los medios. Muy a menudo (pero no siempre...) esta crítica ha pasado a ser un producto mediático como otro.

La crítica de los medios , así como la concebimos, tiene que ser una crítica radical (porque va al origen...) y explicativa ; una crítica intransigente (porque no se deja intimidar) y política.

Una crítica radical, una crítica explicativa

La crítica mediática de los medios se limita generalmente a apuntar fallos a la « deontologia » : describe prácticas periodísticas y lamenta errores profesionales, pero sin evidenciar los imperativos que los explica ; denuncia « presiones » económicas y políticas, pero sin detenerse sobre lo que les hace posibles y eficaces ;denuncia les cénsuras visibles, pero deja de lado las censuras invisibles ; concede « despistes » propagandísticas, pero se acomoda con el pensamiento mercantil ; prescribe correcciones en los márgenes, pero sin cuestionar el orden mediático existente. Esta crítica es insuficiente, sobre todo cuando se presenta como autosuficiente.

La crítica que proponemos se esfuerza en hacer visible lo que no lo es o no por completo.Pero no atribuye a la acción de unos actores los defectos de la información y las distorsiones del espacio público. Éstos son, en muchos aspectos, sólo síntomas. Nuestra crítica es una crítica de las formas de apropiación de los medios, de las lógicas económicas y sociales que los mandan, de la mercantilización de la información y de la cultura que se desprende de todo eso : todo no se explica por ellas, pero nada se explica sin ellas.Para no caer en un economismo a corto plazo, nuestra crítica va hacia las condiciones sociales y políticas de la práctica de los oficios del periodismo : hacia las relaciones de competencia y de dominación que están reinando en los medios, así como hacia las formas de subordinación de los medios a los gobernantes y a la organización del gobierno.

¿Huelga decirlo ? Los periodistas no son todos « podridos ».Mecanismos de una maquinaría que se les escapa, incluso cuando se creen independientes, la mayoría son ejecutantes, como en muchos oficios, sobre todo al nivel subalterno. No son responsables de los motivos sociales de su dependencia. Es por eso que nuestra crítica se esfuerza en diferenciar los proprietarios de los gerentes de los medios por una parte y por otra parte, los currantes de la información que desinforman, cuando lo hacen sin siempre quererlo : Sólo porque han integrado obligaciones mercantiles( la audiencia, la difusión, el formato) como si fueran cualidades profesionales. Dicha crítica invita a distinguir a los ejecutantes dóciles y complacientes, felices por ser sólo mecanismos y los mecanismos indóciles o recalcitrantes que a veces se resignan a hacer lo que se les pide « porque de todas formas hay que vivir », a veces intentan y consiguen introducir unos granos de arena en la máquina de vez en cuando.

En todos los casos, esta crítica no se dirige principalmente a los periodistas o más generalmente, a los profesionales de los medios. Se dirige tanto a los actores como a los usuarios de la información y de la cultura. Se esfuerza en contribuir a una educación a los medios, cuyos intereses democráticos no sólo son pedagógicos y a una puesta en tela de juicio de los medios que no se limita a su examen académico.

Una crítica intransigente, una crítica política

Porque Acrimed es una asociación que no depende de ningún poder (económico, mediático o político) ,que no está afiliada a ningún partido político, que no se prevalece de ninguna escuela o grupo de presión, y que no está financiada por ningún mecenas capitalista, no sólo puede defender en toda independencia sus orientaciones, sino sobre todo, manteniéndose firme sobre sus valores y sus análisis, entregarse a una crítica sin indulgencia del orden mediático y de sus guardianes.

Porque enumera sin disimulo y denuncia sin hipocresía, pero sin renunciar nunca a explicar, nuestra crítica se expone a la venganza de los gerentes de los medios, de las jefaturas editoriales y de los expertos elegidos por dicha jefatura. ¡poco importa ! No tenemos intención de dejarnos intimidar por su poder. Este poder y el « poder » de los medios,también son y puede que sea sobre todo los que los son otorgados por los que los sufren. La « autoridad » de los famosos mediáticos (y particularmente la de los expertos para los medios) es primero la que les da su omnipresencia. Este « poder « y esta « autoridad » se encarnan en personas. ¿Por qué se tendría que callar sus nombres, por lo menos cuando esos nombres encarnan posiciones de poder- que otros « nombres » podrían ocupar ? Con los mismos efectos, si nada cambia.

Si una crítica así puede desembocar en reformas, ¡ tanto mejor ! Pero no es debilitando su corte que lo puede conseguir. Si una crítica así no puede ser con las reglas de la convenencia mediática que intentan imponer los que controlan el acceso a los medios que controlan, ¡tanto peor !

Sin embargo, tal crítica no es un exutorio ni un ocio de aficionado. Se esfuerza en sensibilizar a la necesidad, incluso la urgencia de transformaciones del mundo de los medios y, por tanto, formular y justificar las propuestas correspondientes.Entonces, se trata de una crítica política.

Pero, precisamente porque defendemos el pluralismo, esta crítica política, no es o no de manera prioritaria una crítica de ideas preconcebidas contra las ideas preconcebidas de los medios o de unos de entre ellos. Al desvelar la propaganda en sentido único, no se trata de hacer de la observación crítica una oportunidad de contra propaganda o de poner en duda una orientación editorial para formular una orientación política alternativa. Si nuestra crítica es una crítica política, es con motivo de sus bases y de sus objetivos.

Las bases de nuestra crítica no son, en efecto, sin consecuencias. ¿Cómo podría ser de otra manera si queda claro que son las formas de apropiación de los medios, las obligaciones capitalitas a las que están sometidos, las relaciones de competencias comerciales que los rigen, las relaciones de poder y de lucha en el mismo seno del microcosmo mediático que van condicionando y modificando al mismo tiempo, las orientaciones, la dependencia de los periodistas y las mutilaciones del pluralismo ?

Los objetivos políticos de nuestra crítica son coherentes con su radicalidad. Es con lógica que se enfocan no sólo en los efectos del liberalismo sino también en formas precisas de dominación social y política. De la misma manera, esta crítica del orden mediático que existe, de las funciones que va ejerciendo y de las condiciones sociales y políticas de su reproducción es una crítica política que está nutriendo propuestas alternativas.

A partir de ahí, parece normal que recurramos a una izquierda de la izquierda- asociativa, sindical y política- que sería capaz, cualquiera que sean sus contornos y sus diferencias, de hacer, de nuevo y por fin, las preguntas de la información y de la cultura, como preguntas democráticas y políticas esenciales- y de discutir, proponer, movilizar con respecto a eso.

Si otro mundo es posible, otros medios lo son también.

Traducción por Dominique Guérandel

 
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Notes

[1Esta traducción ha realizado por benévolos. Toda contribución de traductores más experimentados quien desee traer mejoras esta bienvenida.

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